En el capítulo anterior, vimos como Amanda había logrado romper sus inhibiciones y disfrutado plenamente de su sexualidad con su propio hijastro, dejando a un lado sus valores morales y el morbo. En esta oportunidad, Amanda regresa a su tedioso trabajo en la residencia de los Geenwood. Pero Chad, el hijo malcriado de su jefa, sigue empecinado con hostigarla y acosarla. Ella comienza a trabajar en el aseo, mientras él aprovecha su distracción para tomarla por sorpresa por la espalda. Pero Amanda reacciona enfurecida rechazándolo. Chad intenta manipularla, y obligarla a bailar para él, o en caso contrario dice que la hará despedir por su madre. Amanda no desea ser despedida, así que cumple su tonto capricho. Pero a medida que ella bailaba para Chad, comenzó a invadirla un sentimiento de sensualidad y deseo, y de repente su piel comenzó a arder, y vio a Chad como otro hijo, buscando la debida atención de su madre. Amanda entendió que tenía que ser la madre que Chad necesitaba, y que ella en realidad ha deseado esto desde un principio. Asumiendo su rol como buena madre, Amanda, toma el control y le enseña a Chad su apetito por chupar la verga. Pero la verga de Chad, era aún más grande de lo que ella imaginaba. Y ahora Amanda anhelaba sentir esa enorme verga en lo más profundo de su concha, para venirse una y otra vez, hasta dejarla empapada con sus fluidos vaginales.
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