Una madrastra con una grave crisis emocional, y carente de atención por parte de su esposo, se ve envuelta en un tonto coqueteo con su hijastro, quien desde hace años la sueña en sus fantasías. La situación perfecta se dio en la pileta, una tarde de calor. Cuando el chico insiste a su madrastra para entrar al agua con ropa interior. Mamá entra a la pileta, y ya más relajada, en un clima de confianza con su hijo, ella se abre y empieza a contar sus frustraciones maritales y la falta de atención. Mamá está frágil y débil, y es el momento perfecto para aprovechar esa vulnerabilidad. En un momento de distracción, el chico intenta poner una de sus manos en los enormes pechos de su madre, pero ella lo detiene. Él le dice que se trataba solo de una abeja y que deseaba correrla. Mamá no le cree, y le vuelve a preguntar por qué él había intentado tocarla. El chico finalmente se sincera y dice que deseaba saber si esas enormes tetas no eran implantes, y que solo deseaba sentir la textura, ya que siempre ha soñado con ella. Mamá se siente alagada por las duces palabras de su hijo, que en todo momento le decía que era hermosa, bella y que su padre no la valoraba. Mamá había encontrado alguien que la deseara y le diera la debida atención. Tanto palabrerío, hizo que mamá se compadeciera de la dulzura de su hijo y le dejara ver sus tetas, y tocarlas. Pero esto también excitó a chico, que rápidamente se empezaba a notar una gran erección pujando en el short de baño. Mamá ve esto sumado a las manos de su hijo en sus tetas, y comienza a sentirse excitada, y se ve tentada con la idea, la locura la invade, y el instinto la domina. Es que hace demasiado tiempo no veía una erección, y tenía hambre de ello y por eso pide verlo. Pero el momento se interrumpe por la llegada de papá a la casa. Durante toda esa noche mamá no dejó de pensar lo que había sucedido en la pileta. Por ello, a la mañana siguiente mamá no dejará pasar la oportunidad de hacerse de la verga de su hijo, y la saboreará con ansiedad y voracidad, mostrando su eral apetito, usando toda su experiencia de mujer, dándole una mamada impresionante. Al punto que su hijo ya no pueda soportar más, haciéndolo venir en lo más profundo de su garganta, tomándose hasta la última gota de su leche
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