Alimentar con tus propios pechos a la criatura que ha nacido de tus entrañas es algo que, no por ser común a todos los mamíferos, deja para nosotros, los humanos, de tener un sentido que alcanza lo trascendental… pero al mismo tiempo, la mamá tiene un cuerpo reactivo y realiza esa “divina” función con una de sus áreas erógenas primarias. Es decir, la cuasi inmaculada mamá, con la criaturita, puede, en ocasiones, sentir placer erótico al hacerlo, y hasta incluso llegar al orgasmo con tan acto.
Aquí tenemos a mamá, una mujer sola y necesitada de afecto, ella padece de grandes volúmenes de prolactina en sangre, y por ello cada vez que se excita, no puede evitar las abundantes secreciones mamarias. Ella siente un amor idealizado por su hijastro, a quien ha criado desde bebé. En este primer capítulo, veremos como mamá intentará suplantar ese el lazo incestuoso de su hijo, conociendo a otro chico de la misma edad que su hijo, únicamente para mitigar sus deseos.
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