Ryana enviudó hace muchos años, pero fielmente asumió su compromiso como madre sobre su hijastro Rion, a quien ha venido criando desde muy pequeño, tal como si fuera propio. Ya ha pasado mucho tiempo, y ahora su hijo es todo un hombre, mientras que mamá parece querer rehacer su vida, intentando conocer a un hombre. Esto era entendible, si bien Ryana era una madre feliz, también era una mujer y tenía necesidades que solo un hombre podía satisfacer. Esto hace que Rion, se sienta incómodo, ya que él cree ser el único hombre digno y capaz de hacer feliz a su madre, y por ello, a escondidas, viene boicoteando todas las posibles citas, haciéndole creer a Ryana, que todos sus candidatos la dejan plantada. Ella, decepcionada por su mala suerte, se angustia. Pero Rion aprovecha su momento de fragilidad emocional, para hacerle ver a Mamá que él es capaz de darle todo aquello que una mujer necesita. Mamá considera de su parte que es un gesto adorable, pero le explica que muchas veces, una mujer necesita otras cosas, que un hijo no puede darle. Pero Rion es hábil, y le responde que nadie la conoce tanto como él, y que jamás dejará de amarla, y que además es muy capaz de hacerla feliz como mujer. Ryana es víctima de su dulzura, y se deja seducir por su hijastro, y cae rendida por sus palabras. En ese momento, el chico aprovecha para hacer su jugada y besarla directamente en la boca. Esto desestabiliza a Mamá, y cae víctima de su propia sexualidad reprimida, y de su pasión. Si entenderlo, ese beso provocó que su cuerpo comenzara a arder, y sus inhibiciones desaparecieran. Ella sucumbe a los besos de su hijo, y se entrega, permitiendo que él sea el primer hombre en tocarla luego de su fallecido esposo. La verga de Rion, se había puesto tan grande que parecía explotar de sus pantalones. Era algo como jamás mamá había visto, y ahora necesitaba sentirlo dentro, así que, desesperada por sentirse mujer, se sube sobre el chico, y permite que él la llene totalmente. Su estrecha concha, estaba empapada y palpitando. Ella envuelve su verga, usando toda su experiencia, con movimiento suaves, desde arriba a abajo, hasta la base. Necesitaba sentirla toda… Pero esa verga había resultado demasiado grande, y mamá no puede evitar gritar de placer, pidiendo más y más, "como una perra en celo". Ryana finalmente se sentía mujer, y no podía evitar acabarse una y otra vez sobre su hijo, empapándolo totalmente con sus fluidos vaginales. Ella entendió que no necesitaría otro hombre en su vida, y que su propio hijo, era más que suficiente para hacerla feliz
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.